Pongamos un ejemplo: una empresa de suscripción -un gimnasio, un colegio, una compañía de contabilidad, un streaming- cobra a sus clientes todos los meses $ 50.000. Pero ofrece que si el pago anual se hace de una sola vez, que se le descuenten dos o tres de esas cuotas.
“El descuento que se hace es muchísimo para que la empresa pueda tener caja… Aquí es cuando esto se abre”, dice Manuel Astaburuaga (38), ingeniero civil industrial de la UAI y desde junio CEO y fundador de Levannta.
Astaburuaga escuchó un ejemplo similar a este en varios foros de innovación en EEUU, cuando vivía en Nueva York entre 2014 y 2018. “Los inversionistas te decían ‘yo estoy dispuesto a comprarte esa cartera a una tasa infinitamente más competitiva que ese 25% que estás cortándole solamente para tener la plata hoy’”, comenta.
“Ahí se nos prendieron las ampolletas”. Latinoamérica no era una excepción en esta economía de negocios por suscripción, o de ingresos recurrentes, como prefiere llamarla.
Pero aún no era el momento de emprender. Regresó a Chile tras cuatro años en Manhattan a cargo del trading de tasas de interés, monedas y estructuración de derivados para la región andina del banco HSBC, y se incorporó a Credicorp Capital. Mientras ejercía como director ejecutivo de trading para la región veía que los negocios por suscripción crecían a tasas entre 400% y 500% anual y que ese grupo no estaba bien cubierto por la banca tradicional.
“Cuando estas empresas necesitan capital de trabajo para crecer, el sector financiero no tiene una buena forma de analizarlas para darles liquidez, porque en las finanzas convencionales te ven los estados financieros, miran la historia para atrás, quienes están arriba, los activos de la empresa, y en base a eso te dan financiamiento. Y estas empresas, el gran valor que tienen es su cartera de clientes y cómo se va comportando. Sus balances en general son bastante livianos, como están creciendo mucho y quemando mucha caja, las últimas líneas no son tan atractivas. Pero arriba sí son robustas”, dice.
Tanteó la idea de hacer un modelo de financiamiento afín a este sector con otros dos compañeros en Credicorp: Alfredo Angulo, portafolio manager de tasas y monedas, y Diego Hidalgo, gerente de estructuración de deuda y cofundador de la startup Appcar. Llamó a sus antiguos socios en la empresa de ingeniería de software Option, Fernando Oliver y Raimundo Page; a todos les hacía sentido.
Había que buscar capital para echarlo a andar. Los family office Nueva Las Dichas (familia Cisternas) e Integra (familia Verdugo), entre otros capitales locales, creyeron en el proyecto y en una ronda pre semilla, entre equity y deuda, invirtieron US$ 2 millones para que los tres financieros pudieran renunciar a sus trabajos, desarrollar una plataforma tecnológica y hacer las primeras compras de carteras.
En junio lanzaron Levannta.
Llega la Navidad
“Éramos como el Viejito Pascuero”, dice el CEO desde el cowork de Grupo Patio en Alonso de Córdova, Vitacura. Claro, porque llegar a una empresa a ofrecerle liquidez, es algo difícil de rechazar. “Pero tenemos un montón de condiciones al momento de elegir. Y además fuimos cautos porque queríamos atomizar la cartera para conocer los distintos sectores que operan por recurrencia para ver cómo se comportan”, asegura.
A través de LinkedIn hicieron una lista de cerca de 100 compañías que operan bajo recurrencia, y las contactaron una por una. 30 de ellas engancharon con la propuesta. De esas, cinco se transformaron en clientes, es decir, Levannta les compró sus contratos a un descuento por un plazo (terminado el plazo que se adelantó, el contrato se libera y vuelve a ser propiedad del cliente). “Si tienes una cartera que está supeditada a generar 100 de aquí a un año, yo te digo ‘te doy 90 ahora y me quedo con los 100’”, ejemplifica.
Todo esto se hace a través de una plataforma tecnológica que en base a la información de la empresa le entrega una simulación para el giro en efectivo en 48 horas. Por ahora adelantan entre uno y cuatro meses de facturación.
Puntapié
Siete personas trabajan en Levannta: los tres socios en Santiago, dos programadores y dos ingenieros de datos que están repartidos entre Colombia, Paraguay, Viña y Rancagua. Option, como socio estratégico, se encarga de darles los servicios de RRHH, contabilidad y sistemas de gestión.
“Estamos en proceso de constituir nuestra sociedad legal afuera porque clientes que tenemos nos están pidiendo servicios en los países donde ellos ya operan, y hoy estando constituidos en Chile no vamos a comprar contratos que estén bajo otra ley”, dice Manuel.
¿Cómo se protegen ante el no pago de las suscripciones? Mitigando el riesgo en los distintos sectores. “Quizás hay sectores a los que les vamos a adelantar un solo mes y a una tasa no tan atractiva, mientras que con otros vamos a ser más permisivos. Además, nosotros anticipamos un porcentaje de esa cartera, y por ende, si se cae el pago de una suscripción, el cliente simplemente la reemplaza por una no anticipada”, explica.
Y agrega: “A la vez, este es un timing súper bueno porque la banca tradicional se pone más cara y restrictiva y las fuentes de financiamiento no convencionales tienen una oportunidad. Si vamos al mundo startup, es aún mejor porque esas empresas viven del venture capital y ese mundo está más apretado, las valorizaciones han caído mucho porque las tasas están más altas… y dado eso con esto les entra un instrumento adicional como alternativa”.
A la fecha tienen colocado US$ 1,5 millón, están operando con 17 clientes. Pero lo que tienen en mente es algo grande. “Lo más importante para nosotros es la información que tenemos de nuestros clientes, sus actividades y el comportamiento de su negocio. Gobernar esta data que está prácticamente inexplorada en Latinoamérica tiene un valor enorme. Esta es una empresa de datos que funciona como fintech”, concluye.
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